julio 26, 2024

EMPREFINANZAS

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El punto sobre la i

Arturo Damm

Democracia significa elegir, pero el pueblo, tanto en democracia como fuera de ella, nunca ha elegido los impuestos que desea pagar.

Carlos Rodríguez Braun / María Blanco / Luis Daniel Ávila

Democracia, en el sentido literal del término significa, como todo el mundo sabe, el poder (krátos) del pueblo (demos), lo cual nos lleva a esta pregunta: poder del pueblo, ¿para qué? La respuesta idealista es: para gobernarse a sí mismo. La respuesta realista es: para elegir quien lo gobierne. Y entre gobernarse a uno mismo, la autonomía, y ser gobernado por otro, la heteronomía, hay una diferencia esencial, por más que la heteronomía, el ser gobernado por otro, sea el resultado de la autonomía, haber elegido al gobernante.

Por más democrática que sea una sociedad, por más Estado de Derecho que tenga, al elegir gobernante uno elige a quien tendrá el triple poder para obligar, prohibir y castigar, que son los tres poderes de cualquier gobierno, comenzando por el poder para obligar al ciudadano a entregarle parte del producto de su trabajo, que en eso consiste cobrar impuestos, y terminando con el poder para castigarlo si no cumple con esa obligación.

El principal poder del gobierno, aquel sin el cual no sobrevive, es el poder para cobrar impuestos, el poder para obligar al ciudadano a entregarle parte del producto de su trabajo, poder frente al cual el ciudadano, en la práctica, no tiene poder alguno, por más que quienes deciden qué impuestos cobrar, a qué tasa cobrarlos, y a quiénes cobrarlos, sean nuestros representantes en las cámaras legislativas. ¿Realmente lo son? ¿El que hayan sido elegidos, no por todos, sino por la mayoría (la democracia en realidad es pléoncracia: poder –krátos– de la mayoría –pléon–), los convierte en verdaderos representantes, de tal manera que deciden, eligen y hacen lo que la mayoría que los eligió quiere que decidan, elijan y hagan, sobre todo en ese tema tan delicado como lo es el de obligar a los ciudadanos a entregarle al gobierno parte del producto de su trabajo, el tema del cobro de impuestos?

El gobierno es un mal necesario. Necesario por los bienes que debe proveer: seguridad contra la delincuencia (prohibir que se violen derechos y prevenir para que no se violen), e impartición de justicia (castigar a quienes los violen y obligarlos a resarcir a las víctimas). Mal por la manera que tiene de financiar la provisión de esos bienes: cobrado impuestos, es decir, obligando a los ciudadanos, bajo amenaza de castigo, a entregarle parte del producto de su trabajo. ¿Y cómo se le llama a la conducta por la cual alguien obliga a otro a entregarle parte del producto de su trabajo? Robo.

Si el cobro de impuestos es un robo, ¿cómo justificarlo?  En primer lugar por el uso que el gobierno debe darle a eso recursos: prohibir que se violen derechos y prevenir para que no se violen derecho (seguridad); castigar a quienes los violen y obligarlos a resarcir a las víctimas (justicia). En segundo término cobrando el mismo impuesto a todos, para que no haya redistribución del ingreso en su cobro, y dándoles a todos lo mismo, seguridad y justicia, para que tampoco la haya por el lado del gasto. Todos parejos en el quitar y el dar.

Resulta interesante que la democracia no alcance para que los ciudadanos decidan qué impuestos pagar, lo cual es una muestra más de que, democracia o no, la esencia del gobierno es la coerción, el poder para obligar, prohibir y castigar, y que la democracia es el poder, para que la mayoría elija gobernante, no para gobernar, por más que, quienes detentan esos tres poderes, nos lo quieran hacer creer.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.