julio 26, 2024

EMPREFINANZAS

ABRIENDO NUEVOS CAMINOS HACIA LA INFORMACION

El punto sobre la i

Arturo Damm

Esa tentación de controlarlo todo y de construir un mundito de maravilla, usando la violencia del estado, está presente en TODOS los partidos.

Gerardo Enrique Garibay Camarena

La mayoría de los aspirantes al ejercicio del poder gubernamental, que es el poder para obligar, prohibir y castigar, creen tener el derecho de, en mayor o menor medida, de una u otra manera, dirigir la vida de las personas, razón por la cual, de llegar al poder, de volverse gobernantes, establecen el gobierno ángel de la guarda (que pretende preservar a los ciudadanos de todos los males, comenzando por los que pueden hacerse a sí mismos) y el gobierno hada madrina (que pretende otorgarle a los ciudadanos todos los bienes, incluidos los que deben procurase a sí mismo), gobiernos que limitan arbitrariamente el ejercicio de la libertad individual y el uso de la propiedad privada, con la intención, que desde la perspectiva del gobernante puede ser loable, de construir un mundo mejor.

La mayoría de los aspirantes al ejercicio del  poder gubernamental creen saber cuál es la mejor manera de organizar a la sociedad y, por ello, creen saber cuál debe ser el comportamiento de los ciudadanos para conseguir esa sociedad perfecta. Y como se trata de eso, ¡de una sociedad perfecta!, hay que obligar a los ciudadanos a comportarse de la manera que la hace posible, siempre en función de la visión que tiene quien detenta el poder gubernamental, que es el poder para obligar, prohibir y castigar, poder que es, al final de cuentas, el de la fuerza.

La mayoría de los políticos tienen en mente un proyecto de nación, que obviamente es SU proyecto de nación, y para eso quieren en poder del gobierno, para imponerlo, proyectos de nación que siempre amenazan a la libertad individual y a la propiedad privada, que son dos caras de la misma moneda: la propiedad privada es la condición de posibilidad del ejercicio de la libertad individual (razón por la cual el liberalismo, más que liberalismo, debería ser propietarismo).

Lo correcto no es un proyecto de nación, al cual todos los nacionales, por las buenas o las malas, tengan que sumarse, sino una nación en la cual cada quien, respetando los derechos de los demás, y sin ningún privilegio otorgado por el gobierno, pueda sacar adelante sus propios proyectos. Lo que importa son los proyectos personales, no el proyecto de nación, que siempre es el proyecto personal de alguien que cree tener el derecho de, imponiéndoselo a los demás, convertirlo en proyecto de nación, en proyecto de todos. Si ese alguien es el gobernante no necesita tener el derecho para imponerle a todos su proyecto de nación (derecho que nunca tiene), le basta con el poder para obligar, prohibir y castigar, los tres podres del gobierno. ¿Cuántas cosas hacen los gobernantes, que violan la libertad y la propiedad de los ciudadanos, no porque tengan el derecho para hacerlas, sino porque tienen el poder para llevarlas a cabo? ¿Y cómo calificar al poder que se ejerce sin tener el derecho de ejercerlo?

El principio que debe regir la convivencia es éste: “Respetando los derechos de los demás, haz lo que quieras”, de tal manera que lo único que se debe prohibir es violar los derechos de los demás o, dicho de otra manera, a lo único a lo que se debe obligar es a respetar los derechos de los otros, por lo que la única conducta que debe castigarse es la que no cumple con esa prohibición, con esa obligación. Hoy cualquier gobierno hace mucho más que eso. Cualquier partido político propone mucho más que eso. Por más buenas que sean sus intenciones (suponiendo que lo sean), son una amenaza para la libertad individual y la propiedad privada.

Por eso, pongamos el punto sobre la i.