Con la cada vez más belicosa actitud de Donald Trump a aceptar el resultado de la próxima elección en el probable caso que la pierda, han empezado los esfuerzos por analizar distintos escenarios y prepararse para defender el sistema democrático de EU.
En la convención del Partido Republicano que tuvo lugar de lunes a jueves, quedó claro que en caso de perder la próxima elección, Donald Trump rechazará el resultado y denunciará que hubo fraude, por lo que grupos de la sociedad de EU se están organizando para resistir tal asalto a su democracia.
En efecto, en un evento sin precedente en el que Trump habló diario, cuando en todas las convenciones el candidato hacía un solo discurso, y su esposa e hijos también parlotearon la retahíla de mentiras y engendros que Trump usa hasta la saciedad, él y sus abyectos corifeos no perdieron la ocasión para repetir machaconamente que sólo podría perder en el caso de un fraude masivo.
Imaginemos una victoria cerrada de Joe Biden que Trump se niega a aceptar alegando fraude en los votos por correo, los que lleva tiempo denunciando e intentando bloquear, y que así llegamos al 20 de enero, día de la toma de posesión, con protestas masivas en las calles apoyando a ambos contendientes.
En este escenario, no se puede descartar que fanáticos trumpianos armados y furiosos de lo que ellos calificarán como un intento de golpe de Estado, se enfrenten con violencia a los partidarios de Biden. ¿Qué harían la policía y la guardia nacional, que a pesar de depender de cada estado se pueden federalizar?
Justo para explorar lo que podría pasar ante distintos escenarios se creó en junio pasado el Proyecto de Integridad de la Transición (TIP, por sus siglas en inglés) que reunió a 100 expertos de ambos partidos para simular qué podría ocurrir el día después de la elección, analizando diversos posibles escenarios.
Este grupo simuló cuatro casos: una victoria decisiva de Biden; una victoria apretada de Biden; un resultado indeterminado, como el que sucedió en la elección del 2000, con la diferencia que ninguno de esos candidatos era presidente en funciones; y una victoria apretada de Trump. Con excepción de la primera opción, en todos los demás casos habría problemas muy graves.
Este grupo anticipa demandas judiciales; narrativas contrapuestas en los medios; intentos para detener la contabilidad de los votos; y protestas callejeras atrayendo partidarios de ambos lados con elevadas probabilidades de violencia física, sobre todo porque Trump alienta a sus fieles a tomar las armas.
El ejercicio realizado por el TIP destacó las fallas del sistema electoral de EU, desde procedimientos desvencijados, propios del siglo 18, hasta la polarización aguda de las contiendas políticas en la era del internet y de medios sociales que le abren una plataforma de acceso igualitario a extremistas e ignorantes.
Mi querido colega de American University Bob Pastor, al que mucho extrañamos, escribió un ensayo en 2012 en el que comparó los sistemas electorales de México y EU realzando ocho ventajas del primero, empezando por la ciudadanización masiva de los procesos electorales y el financiamiento público de las campañas.
Vale la pena releerlo ante probables hecatombes electorales en EU y en 2021 también en México.
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