“LA SALUD DE LOS DROGADICTOS, ¿ES REALMENTE UN ASUNTO DE SALUD PÚBLICA, QUE EL GOBIERNO DEBE ATENDER?”
La propuesta de Enrique de la Madrid a favor de legalizar el consumo de marihuana ha puesto sobre la mesa, ¡qué bueno!, el controvertido tema, ¡que no tendría por qué serlo!, de la producción, oferta, venta, demanda, compra y consumo de drogas. ¿Debe o no el gobierno prohibir desde la producción hasta el consumo de drogas? ¿Debe prohibir la producción y consumo de ciertas drogas, pero no de otras? ¿Cuál es el criterio para elegir cuáles sí y cuáles no? ¿Debe regular su producción y consumo? ¿Con qué fin? ¿De qué manera? ¿Cuáles son los temas de justicia involucrados? ¿Y los de eficacia? Estos temas, ¿son tomados en cuenta por los prohibicionistas?
Dos “razones” para prohibir el consumo de drogas, lo cual supone prohibir también su producción (si prohíbes el fin –consumo– debes prohibir el medio –producción–) son: el daño que las drogas le hacen a quien las consume, y el costo para el gobierno, que considera dicho daño como un asunto de salud pública, que tiene que atender, para lo cual necesita dinero. ¿Cómo evitar dicho daño y dicho costo? Prohibiendo desde la producción hasta el consumo de drogas.
En el primer caso (prohibir el daño) el gobierno actúa como ángel de la guarda, con la intención de preservarnos de todos los males, incluyendo los que podamos hacernos a nosotros mismos consumiendo drogas. En el segundo (pago por el daño) actúa como hada madrina, con el propósito de concedernos todos los bienes, incluida la atención médica que el drogadicto necesita.
¿Debe el gobierno ser desde ángel de la guarda, y preservarnos de todos los males, hasta hada madrina, y concedernos todos los bienes? ¿De qué males debe preservarnos? ¿De todos? ¿Qué bienes debe proveernos? ¿Todos? Si la respuesta es sí –de todos y todos– entonces hay que preguntar ¿cuánto cuesta y de dónde sale el dinero?
Centro la atención en el riesgo moral que se genera cuando el gobierno actúa como hada madrina. Surge un riesgo moral cuando la persona no responde por todas las consecuencias de sus acciones, defecto que promueve conductas irresponsables que pueden dañar a quien las realiza. Por ejemplo: si el gobierno se hace responsable, comenzando por la parte pecuniaria, del tratamiento médico que necesita el drogadicto, puede generarse un riesgo moral. Si otro paga su tratamiento el drogadicto puede comportarse imprudentemente y drogarse más de lo que se drogaría si tuviera que enfrentar todas las consecuencias de su conducta, comenzando por las pecuniarias. En esto último consiste la libertad, ligada a dos erres: la del riesgo, la de la responsabilidad.
La salud de los drogadictos, ¿es realmente un asunto de salud pública, que el gobierno debe atender? Si lo hace se convierte en gobierno hada madrina, que puede generar el riesgo moral antes descrito, disparándose el tiro por la culata. ¿No es esto, ni más ni menos, lo que ha pasado?
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