López Obrador ha fracasado como presidente y su incapacidad y falta de credibilidad nos están costando demasiados muertos, desempleados y mexicanos de regreso a la pobreza más absoluta.
López Obrador es un presidente en bancarrota: Los primeros tres años de su gobierno, la mitad de él, apuntan ya a ser los peores de la economía mexicana en los últimos cien años. De mismo modo, sus primeros 18 meses de gestión ya son los más violentos de todo el siglo, con casi 54 mil homicidios: más de un homicidio cada 15 minutos de su gobierno. Muchos otros datos no son tampoco para presumir: 25 mil muertos por una de las peores gestiones de la pandemia en el mundo: más de 10 personas muertas por covid 19 cada hora, 70 contagiados cada hora; 12 millones de mexicanos ya sin empleo y sin ningún ingreso: 8 empleos perdidos cada minuto; 11 mujeres asesinadas cada día…
Hoy tampoco puede ofrecer mucho a su partido y correligionarios: López Obrador fue el presidente con mayor índice de aprobación en este siglo al momento de llegar al poder, incluso por encima de Vicente Fox, quien acabó con los 72 años de gobierno ininterrumpido del PRI. Pero la realidad lo alcanzó: En poco menos de un año y medio ha experimentado una pérdida acumulada de más de 20 puntos. Hoy su popularidad anda en alrededor del 46 por ciento y sigue bajando, solo apoyada en su masiva entrega de subsidios y becas, pero que por el desorden administrativo y opacidad de su administración, tal vez van a dar al bolsillo de sus funcionarios y operadores. Así y a las puertas de la crisis económica más profunda y prolongada en la historia del país, muchos temen que la sangría de votos sea tan profusa en julio del año próximo, que podría perder la mayoría en la Cámara de Diputados, la que hoy le permite hacer y deshacer sin contrapesos ni contestaciones.
A ello sumemos su falta de credibilidad. Acaba de anunciar, por ejemplo, que suplantando al Instituto Nacional Electoral, será en adelante “el guardián de la democracia”. Pero, ¿puede ser “guardián” de cualquier cosa, quien no se enteró de que su secretario particular recibía sobornos y su secretario de finanzas robaba el erario público, cuando ocupó la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México? ¿Quien no supo que varios miembros de su gabinete presidencial esconden propiedades que no se compaginan con su sueldo público? ¿Que no se enteró de que la secretaria general del partido que fundó malversaba el presupuesto de MORENA, por lo que actualmente está en proceso? ¿Quien se peleó con todos los empresarios y los insulta diariamente, cuando son más necesarias sus inversiones e iniciativas?
Ni sus personajes más próximos le hacen caso: Mientras dice que los mexicanos deben contentarse con un par de zapatos, por ejemplo, y cada mañana nos sermonea y nos escupe a la cara su ejemplo de supuesta modestia, austeridad y anticapitalismo, sus secretarios ostentan relojes Rolex o Tiffany, su esposa viaja en primera clase, sus hijos que nunca han trabajado de pronto se convierten en prósperos empresarios, sus colaboradores llenan la nómina del gobierno con familiares, y dan contratos sin licitación a amigos y aliados… muchos de sus colaboradores más cercanos se solazan de solo escuchar la palabra comunismo, pero mientras esperan la hora de aplicarlo, disfrutan por ahora el más hipócrita consumismo.
Sin ánimo de exagerar, hoy el gobierno de López Obrador tiene poco que ofrecer a México, excepto su renuncia al poder. Sería un acto de realismo político y valentía moral que reconociera ya su derrota política, administrativa, económica. López Obrador ha fracasado como presidente y su incapacidad y falta de credibilidad nos están costando demasiados muertos, desempleados y mexicanos de regreso a la pobreza más absoluta.
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