Ciudad de México, 23 de junio de 2020.
David Cervantes Arenillas
En tan solo tres meses se han perdido 1 millón de empleos, las medidas tomadas no han evitado la profundización de la caída
La paralización económica derivada de la pandemia del COVID-19 y su efecto negativo sobre la oferta y demanda interna y global continúan afectando de manera severa al mercado de trabajo. De acuerdo con lo reportado por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) el empleo formal presentó en mayo una caída interanual de (-)3.9%. El empleo eventual ha sido el más afectado con una reducción en el nivel de empleo de (-)10.2% AaA, ubicándose en el menor nivel desde julio de 2001; por otro lado, el empleo permanente también se ha visto fuertemente afectado presentando una tasa interanual de (-)2.9%, que en términos de estructura productiva tiene un mayor impacto, ya que este tipo de empleo representa una pérdida de capital humano y rompe las trayectorias laborales de los trabajadores que por lo general son los más productivos.
Uno de los aspectos que hemos señalado de manera reiterada es que nos encontramos en un escenario de recesión o crisis económica diferente a otras que hemos experimentado en la historia reciente, esto es notorio simplemente al observar la intensidad y velocidad de su impacto sobre el mercado de trabajo, ya que en solo tres meses se han perdido más de 1 millón de empleos -ver gráfico 3, una destrucción absoluta mes a mes que supera las crisis 1994 y 2008-09, cuando los máximos de empleos perdidos en variación mensual no superaron los 193 mil y 327 mil empleos respectivamente (para más ver). Cabe señalar que hasta el momento la pérdida de empleos de la crisis de 1994 sigue siendo mayor en relación al tamaño del mercado de trabajo; sin embargo, dado el grado de afectación de la paralización de la economía, la incertidumbre sobre la reapertura económica -que podría darse de manera generalizada hasta finales del 3er trimestre del año-, así como un escenario de reactivación lenta de la demanda -a pesar de la apertura- y aunado a la falta de estímulos suficientes o bien focalizados para reactivar la economía nos hacen prever que la afectación del mercado de trabajo en el mediano y largo plazo puede ser mucho mayor, cuya recuperación podría extenderse hasta inicios de 2024 o más en la medida que se profundice la caída.
Una desaceleración de la pérdida de empleos no representa que se ha superado lo peor…
Dados estos resultados, el saldo de la pérdida empleo formal de enero a lo que va del año es 838 mil, que borran prácticamente la creación de empleos de 2.5 años, ubicándonos 29 meses atrás en niveles que se tuvieron a inicios de 2018. Cabe señalar que la pérdida neta mensual de empleo fue menor respecto al mes de abril, sin embargo, esto no necesariamente representa que la intensidad de la caída y la pérdida de empleos se empiece a frenar, ya que de manera progresiva las empresas se verán cada vez más afectadas por el cierre de la economía y por la dinámica de reactivación de la demanda de producción que consideramos será lenta, esto corroborado con los resultados del Índice de Consumo de BBVA Research que continúa mostrando tasas negativas durante junio (para más ver). Por lo anterior se prevé que en los siguientes meses continuarán presentándose variaciones mensuales negativas del nivel de empleo y un ajuste importante durante el mes de diciembre.
El sector de la construcción hila 16 meses consecutivos de contracción
En mayo se acentuó aún más la caída del sector de la construcción que ha sido el más afectado desde el año pasado, presentando una tasa negativa de (-)17.3%, nivel 2.3 pp más bajo respecto al mes anterior, con esta caída el sector acumula 16 meses consecutivos de tasas interanuales negativas, 267 mil empleos menos respecto a enero de 2019. Adicional a lo anterior, los sectores que tuvieron caídas superiores a la media nacional fueron el de servicios -que integran al turismo- con una reducción interanual de (-)6.7%, las industrias extractivas (-)6.2% y la manufactura o industria de la transformación con (-)4.4%.
Dada la apertura parcial de la economía, como es el caso de la construcción y del turismo en mayo, es previsible una mejora relativa del empleo en estos sectores, sin embargo, los efectos serán graduales ya que la reactivación de la oferta y demanda no ha sido homogénea.
Pese al contexto adverso, en mayo el salario real continuó creciendo, manteniendo los niveles de la masa salarial en terreno positivo ¿qué explica este crecimiento?
De acuerdo a lo reportado por el IMSS el salario nominal promedio tuvo un crecimiento interanual de 8.1% y de 1.1% en su comparación mensual, por otro lado, la inflación en estos mismos términos tuvo crecimientos de 2.8% AaA y de 0.4% MaM, por lo anterior, el crecimiento del salario real se explica en parte por el buen desempeño de la inflación, pero no es suficiente para explicar el crecimiento de 5.1% AaA del salario real en mayo, por lo anterior cabe preguntarse ¿qué está sucediendo con las estructuras salariales dada la coyuntura del cierre de la economía?
La pérdida de empleos formales ha sido de trabajadores con menores ingresos, los programas de apoyo al empleo no han logrado evitar la afectación a los trabajadores más vulnerables …
La respuesta se ubica en el hecho de que hasta el momento los trabajadores con menores ingresos han sido los más afectados por la destrucción de empleo, como se muestra en el gráfico 8, de los 1,030k de empleos perdidos 92.4% fueron de trabajadores con ingresos equivalentes de hasta 2 salarios mínimos (SM), lo cual de manera directa incrementó del nivel de salario promedio real.
La pérdida de empleos también ha tenido un efecto en las distribuciones salariales diferenciado, esto se puede ver por tamaño de empresa y por el número de trabajadores por rango de salario. Al comparar mayo respecto al mes de febrero -previo al inicio de los efectos de la pandemia del COVID-19-, lo primero que podemos señalar es que el peso en la generación de empleo prácticamente no sufrió modificaciones, en números redondos 5 de cada 10 empleos formales son generados por las empresas grandes, 2 en empresas medianas y 3 en micro-pequeñas empresas.
Sin embargo, las distribuciones salariales por tamaño de empresas muestran diferencias. En el caso de las micro-pequeñas 14% del total de empleo perdido se presentó en estas empresas, a pesar de ello no hubo cambios sustanciales en la distribución de empleo por rangos de SM, esto implica que adicional a la pérdida de empleo de baja remuneración también se presentaron disminuciones salariales generalizadas dominando este segundo efecto sobre la reducción de empleo.
En el caso de las empresas medianas se presentaron ligeros cambios en las distribuciones salariales, reduciéndose la participación de los salarios extremos, por lo que se presentó un efecto combinado de destrucción de empleos de hasta 2 SM y una reducción en salarios de trabajadores de más de 5 SM. Por último, en las empresas grandes el efecto que ha dominado es la destrucción de empleos de ingresos de hasta 2 SM, lo que generó un cambio en la distribución de trabajadores por nivel de ingresos, es decir, el peso relativo del empleo de hasta 2 SM se redujo en (-)3.6 pp, y por el contrario el de trabajadores con ingreso de 3 a 5 SM se incrementó en 2.7 pp y en 0.8 pp el de trabajadores de más de 5 SM. Es importante aclarar que estos incrementos en el peso relativo no implican un crecimiento de empleos de salarios más altos, solo es un cambio relativo derivado de la pérdida de empleo de los trabajadores con salario de hasta 2 SM.
La pérdida de empleos formales trae riesgos de generación de empleos peor remunerados, por lo que es prioritario impedir un mayor deterioro
De manera comparada vemos que existe un patrón de la pérdida de empleos por nivel salarial similar al crisis de 2008-09, es decir, el ajuste o pérdida inicial de empleo vino de los trabajadores de hasta 2 SM con las variaciones mensuales acumuladas negativas más fuertes, sin embargo, pasados los primeros tres meses de la crisis económica la variación mensual acumulada de empleos de 2 a 3 SM fue mucho más profunda, incluso llegando a duplicarse en algunos meses, y en tercer lugar una destrucción más lenta y recuperación prolongada de empleos de más de 5 SM.
La lección de la crisis de 2008-09 es que los empleos de 2 a 3 SM tardaron hasta 42 meses en recuperarse, los de más de 5 SM 22 meses; por el contrario, los que más rápido se recuperaron fueron los de hasta 2 SM (12 meses), es decir, la recuperación del empleo fue con niveles más bajos de remuneración.
Actualmente la mayor pérdida de empleo también ha sido sobre los trabajadores con menor ingreso, pero es previsible que en una segunda etapa la destrucción de empleos alcance a los trabajadores con mayores niveles de remuneración. Una vez superado el cierre de la economía se prevé que el empleo de hasta 2 SM pueda recuperarse al disiparse gradualmente las disrupciones de oferta en la economía, sin embargo, en la medida que se profundicen los efectos de la mayor debilidad de la demanda, también es previsible que se destruyan empleos mejor remunerados y se incremente la pobreza laboral.
600 mil empresas paralizadas y sin ingresos, con alta incertidumbre de poder retornar
El cierre de empresas visto a partir del número de patrones dados de baja del IMSS y de los empleadores que transitaron al desempleo reportados en la Encuesta Telefónica de Ocupación y Empleo (ETOE) reflejan una pérdida importante de empresas. Si bien la información de la ETOE por la naturaleza de la encuesta debe tomarse con precaución[1], los resultados presentados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía nos pueden dar una idea de la magnitud del impacto que está teniendo el COVID-19 en la estructura productiva del país.
Partiendo de la aclaración anterior, lo que podemos confirmar es que el cierre de empresas formales actual prácticamente es equivalente al de la crisis de 2008-09, a diferencia que en esta ocasión se alcanzó un nivel similar en tan solo dos meses, es decir, el impacto ha sido mucho más brusco en el cierre de empresas. Por tamaño de empresa, la mayor incidencia de cierre de empresas formales han sido las micro y pequeñas que representan 65% del total, seguidas por las empresas medianas y grandes.
Respecto a la ETOE, el dato de empleadores[1] formales que pasaron a la desocupación se asemeja al dato del IMSS, es decir, la magnitud del cierre de empresas se corrobora de manera indirecta, esto da paso a prever que el impacto del COVID-19 ha afectado alrededor de 12 mil empresas informales, por lo que en conjunto un total de 19 a 20 mil empresas han cerrado por la paralización de la economía.
Es importante señalar que a pesar de que en volumen el mayor número de empresas que han cerrado son micro-pequeñas, la tasa de mortalidad o cierre es mayor para las medianas y grandes. De manera comparada las empresas medianas tuvieron una tasa de cierre de 2.3 durante la crisis de 2008-09 respecto a la tasa de 5.9 actual y en el caso de las empresas grandes la tasa de cierre sube a 6.1, respecto la tasa de 2008-09 que fue de 3.4.
Los riesgos sobre el mercado de trabajo siguen latentes y no han tocado fondo, de acuerdo con la ETOE alrededor de 600 mil empleadores se quedaron en suspensión temporal y sin recibir ingresos, los cuales tienen alta incertidumbre de poder reactivar sus actividades. Dado este volumen de empresas paradas por inactividad es muy probable que el cierre de empresas se incremente y sus empleados engrosen el empleo informal, desempleo y los niveles de pobreza laboral.
La ETOE señala que 300 mil empresas formales se encuentran en suspensión temporal sin recibir ingresos, un número equivalente al 30% del total de empleadores del sector formal del IMSS, es necesario garantizar que logren retornar y evitar su cierre, recalcando que la mejor política social es el fomento al empleo formal.
AVISO LEGAL
Este documento ha sido preparado por BBVA Research del Banco Bilbao Vizcaya Argentaria, S.A. (BBVA) y por BBVA Bancomer. S. A., Institución de Banca Múltiple, Grupo Financiero BBVA Bancomer, por su propia cuenta y se suministra sólo con fines informativos. Las opiniones, estimaciones, predicciones y recomendaciones que se expresan en este documento se refieren a la fecha que aparece en el mismo, por lo que pueden sufrir cambios como consecuencia de la fluctuación de los mercados. Las opiniones, estimaciones, predicciones y recomendaciones contenidas en este documento se basan en información que ha sido obtenida de fuentes estimadas como fidedignas pero ninguna garantía, expresa o implícita, se concede por BBVA sobre su exactitud, integridad o corrección. El presente documento no constituye una oferta ni una invitación o incitación para la suscripción o compra de valores.
[1] Para determinar las transiciones al desempleo de los empleados se tomó como base de referencia la condición de actividad de la ETOE y el antecedente laboral de la ENOE del primer trimestre de 2020, aplicando los factores de expansión calibrados en la ETOE.
[1] Cabe señalar que de acuerdo a lo establecido por el INEGI y dadas las características de la encuesta los resultados no son estrictamente comparables con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), por lo que se deben tomar en cuenta las precisiones señaladas en los documentos metodológicos. (https://www.inegi.org.mx/investigacion/etoe/)
CONTACTO: Carmen Peña Álvarez, Tel. +52 55 5621 1853, carmen.pena@bbva.com
Para más información de BBVA en México ir a:
Para más información de BBVA ir a: https://www.bbva.com/es/mx/
Síguenos en Twitter: @BBVAPrensa_mx
Más historias
Mi Legado: el obsequio navideño ideal para los seres queridos que quieren organizar su patrimonio personal
Nearshoring y pagos digitales inmediatos, la tendencia para conquistar el mercado mexicano en 2025
Con temporada invernal, la Propiedad Vacacional en México prevé cerrar 2024 con un crecimiento del 5%