“LOS EU DESARROLLARON SU CAPITALISMO EN UNA ERA EN LA CUAL LA PARTICIPACIÓN DEL GOBIERNO EN EL PIB ERA MINÚSCULA. EN LAS NACIONES DONDE EL CAPITALISMO FUE UNA CREACIÓN DEL ESTADO Y SE IMPLEMENTÓ COMO UNA POLÍTICA INDUSTRIAL, SÓLO FAVORECIÓ A QUIENES TENÍAN LAS CONEXIONES POLÍTICAS.”
En años recientes hemos atestiguado la emergencia de un viejo Frankenstein que amenaza al mundo con sus pesadas cadenas, el populismo. Este fenómeno surge como consecuencia del hartazgo de la gente frente a esa pecaminosa sociedad, elites-gobierno, un sistema económico que hace al rico más rico dejando al pobre en medio de su pobreza, y en la última fila de la retaguardia. Esta nueva aparición de semejante criatura, nos debe preocupar porque, tanto en EU, cortesía de Bush—Obama, como en México, cortesía del PRI/PAN/ MORENA, etc., en lugar de los mercados libres han surgido esos oscuros intereses en la mancuerna negocios-gobierno, que emergen reforzados como el gran obstáculo para el establecimiento del verdadero capitalismo popular, secuestrando el futuro de la gente para condenarlos a seguir en esa fila de la retaguardia.
Con eso en mente, hace unos días abrí las páginas de un excelente libro que me obsequiara Lugi Zingales en una de las reuniones de la Alianza Álamos, «Capitalismo para la gente», en donde relata la forma en que arribara a los EU en busca de esa libertad perdida en su natal Italia y, con invitación del MIT, obtenía un Doctorado en economía. A medida que avanzaba en la lectura, me invadía la sorpresa al darme cuenta que su historia y sus motivos eran sorprendentemente similares a los míos. Lugi llegaba a los EU casi al mismo tiempo que yo, durante la era de Reagan, ambos en busca de la libertad perdida en nuestros países. Ambos abandonábamos dos países en los cuales no había meritocracia ni competencia, una iglesia predicando la riqueza es un pecado, y ambos queríamos aprender libertad económica.
Zingales desde EU, miraba con desencanto un líder a quien sus compatriotas habían identificado como el salvador, Berlusconi. Yo hacía lo mismo cuando el azote de Echeverría y López Portillo casi destruían México, y lo postraban gravemente herido y con un futuro incierto. Zingales encontraría su nueva casa como él la había visualizado, y le fue posible construir una carrera sin necesidad de activar conexiones familiares ni políticas, o, como es la práctica en nuestros países, esperar el paso de los interminables años que dan oportunidades solo por eso, por haberse hecho viejo. Italia estaba muy lejos y para Lugi eso era la mejor medicina, pues ya no tendría que enfrentar otra crisis como la que lo lanzara a buscar otros horizontes. Pero México estaba muy cerca cuando yo, con gran entusiasmo, identificaba a Salinas como su salvador. Pero aquel mes de Marzo de 1994, el asesinato de Colosio iniciaba una negra tormenta que enviaría a México a otro torbellino de fracasos.
Sin embargo, al terminar la administración de Reagan, Lugi se daba cuenta que en el país de la libertad se iniciaba una película que ambos ya habíamos visto en los nuestros. El partido republicano abandonaba los principios de mercados libres, para implementar un sistema diseñado para favorecer a los grandes negocios. Atestiguamos la transformación de los mercados de EU en un capitalismo crony similar al de Italia y México. Pero sí encontramos una diferencia en este país de la libertad. A través de nuestras pensiones de retiro, nosotros somos los dueños de esas grandes empresas que siempre están cabildeando para tomar más dinero de nuestros impuestos, y de esa forma dominar nuestra vida política. Ante esta situación, nos dimos cuenta que lo que estaba en juego no era solo nuestro dinero, también nuestra libertad. Cronismo reprime la libertad de expresión, elimina los incentivos al desarrollo personal y las oportunidades de carrera. Ha robado a nuestros países, Italia y México, su gran potencial para lograr su crecimiento económico. Y ahora la película se repite en EU.
En las primeras páginas de su libro, hace una apasionada llamada por el cambio, una llamada de alguien que fervientemente cree en los mercados libres y ama a su nuevo país cuya bandera siempre haba sido: Libertad y la búsqueda de la felicidad. Define luego el motivo para ser optimistas esbozando el arma más poderosa en el arsenal de EU, inexistente en los nuestros, el DNA que portan los estadounidenses que les da esa habilidad especial de poder reformarse. A diferencia de ciudadanos de otros países, ellos tienen una poderosa creencia en el poder de la libertad y la competencia. Y libertad armada con la competencia, es la raíz para la creación de valor. Por eso, si queremos progresar económicamente necesitamos más libertad y competencia, no menos. El populismo que los americanos llevan en su DNA, no es el de otros países que representa demagogia, autocracia, tiranía, es una tradición positiva de proteger al desvalido y al débil, pero no como responsabilidad del estado, sino del individuo. Y esta versión de populismo estilo EU, fusionado con una potente orientación hacia los mercados libres, nos dice Lugi, puede ser la mejor forma de luchar en contra de la degeneración del sistema.
Los EU desarrollaron su capitalismo en una era en la cual la participación del gobierno en el PIB era minúscula. Ello provocaba que los emprendedores tuvieran solo una ruta para alcanzar sus objetivos, el mercado, puesto que un gobierno sin dinero más que para lo que era su responsabilidad (protección), no tenía mucho que ofrecer y se presentaba la mano invisible de Adam Smith, para darle vida los verdaderos “Entrepreneurs” . Pero en países que después buscaron su destino a través del capitalismo, la historia es diferente. En esas naciones el capitalismo fue una creación del estado y, desde su nacimiento, se implementó como una política industrial que solo favorece a quienes tienen las conexiones políticas. Un capitalismo en donde la gente hace fortuna, no compitiendo en los mercados, sino en una sociedad con los gobiernos —escogiendo ganadores y perdedores— en donde emerge una caricatura de lo que se piensa es un capitalismo injusto y corrupto.
Ante las elecciones mexicanas en puerta y las encuestas informando la seria posibilidad de que la personificación del peor de los populismos, López Obrador, pueda llegar a la presidencia, pienso es importante revisar los acontecimientos de los últimos años para tener una fotografía de cómo, cuándo, y por qué, el populismo nocivo ha llegado a los EU. Porque en este tercer intento de Amlo, se le han sumado gentes supuestamente de ideología totalmente diferente, porque dicen apoyarlo por eso, porque es el único diferente y va a rescatar a los paupérrimos mexicanos de ese infierno. Solo le sugeriría echar un vistazo a lo sucedido en EU en su quijotesca guerra contra la pobreza. Desde que se inició esa cruzada liderada por LBJ y su «Great Society» en 1966, el porcentaje de pobreza era 13%. En el 2016, después de haber «invertido» 25 trillones de dólares en tal batalla, el porcentaje se ubicó en 15%. Entonces señores debutantes pejistas, el hábito diferente no hace al monje, y lean el mensaje de Kennedy en 1962:
«La meta de nuestros programas sociales debe ser constructiva. Orientarse a la integridad y preservación de la familia. Debe atacar la dependencia, la delincuencia, rompimiento de familias. Ayudaremos a la gente a que se ayuden». Después Reagan lo complementaba afirmando; «el mejor programa social que puede haber, es un buen trabajo». Es la competencia y la libertad económica la razón por la cual los mercados libres crean prosperidad y los beneficios económicos más contundentes.
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