“LOS ECONOMISTAS NO SOMOS CAPACES DE PREDECIR EL FUTURO, Y SI FUÉRAMOS CAPACES DE HACERLO, MAL HARÍAMOS EN COMPARTIR ESA INFORMACIÓN CON LOS DEMÁS.”
Queda claro, en primer lugar, que los economistas no somos capaces de predecir el futuro, mucho menos puntualmente, e igualmente queda claro que, si fuéramos capaces de hacerlo, mal haríamos en compartir esa información con los demás. Si yo sé, a ciencia cierta, cuál será el tipo de cambio peso – dólar en cualquier momento futuro, sé exactamente en qué momento comprar dólares (y por lo tanto vender pesos) y en qué momento vender dólares (y por ello comprar pesos), lo cual me permitiría maximizar ganancias y acumular una fortuna comprando o vendiendo dólares en el momento exacto. Si comparto esa información con los demás, y los demás actúan en consecuencia, mi ventaja como participante omnisciente en el mercado cambiario disminuye pudiendo desaparecer.
Queda claro, en segundo término, que los economistas no debemos planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional, ya que todo ello solo se consigue planeando, conduciendo, coordinando y orientando las actividades de los agentes económicos particulares, lo cual implica que el economista le ordena a dichos agentes económicos qué hacer y cómo hacerlo, por lo que se convierte en un dictador. Además, los economistas no debemos planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional porque los economistas no podemos planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional, ¡y conseguir mejores resultados que los alcanzados si los agentes económicos planean, conducen, coordinan y orientan sus actividades económicas, sin que alguien les ordene qué hacer y cómo hacerlo.
Si los economistas no podemos predecir el futuro, y si tampoco debemos planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional, entonces ¿qué debemos hacer? Señalar cuáles son las condiciones que deben cumplirse para que las actividades económicas de los agentes económicos, coordinadas en los mercados por medio de los intercambios entre compradores y vendedores, den los mejores resultados posibles, para el mayor número de gente posible. Dos son esas condiciones: dejar hacer y dejar poseer, es decir: laissez-faire y laissez- avoir, para decirlo en la terminología del liberalismo clásico.
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