“EN ESA REVOLUCIÓN CONTRA EL COMUNISMO QUE HABÍA INICIADO MENGER, EL GRANDE, SURGÍA UNO DE SUS PRÍNCIPES HEREDEROS PARA LIDERAR ESTE MOVIMIENTO.”
En el mundo de la ciencia económica en aquel lejano siglo 19, la herencia más grande del fundador de una rama tan importantes como la austriaca, Carl Menger, fue la formación de los economistas que no solo absorbían sus ideas para hacerlas propias, sino que se convertían en apóstoles para continuar su legado llevando esas ideas a todos los rincones del mundo. Era la era de la agresiva emergencia del comunismo, y fue también cuando la escuela austriaca se convirtiera en su más feroz enemigo, siempre defendiendo la libertad del hombre y los mercados libres. En esta revolución que había iniciado Menger, el Grande, surgía uno de sus príncipes herederos para liderar este movimiento, Eugen von Bohm-Bawerk.
Bohm-Bawerk fue un hombre de una devoción única a su deber, de una entrega completa y desinteresada, de muy variados intereses culturales, y una simplicidad genuina. Tenía solo 30 años cuando fue reclutado por la Universidad de Innsbruck, y los ocho años que fungiera como profesor en ese centro de estudios, definieron el tiempo que él estaba dispuesto a dedicar, en plenitud de sus poderes, a la ciencia de la economía, para revolucionarla. Era un profesional admirable, sistemático y efectivo. Hombre de polémicas y de una honestidad intelectual de gran pureza, no vaciló en identificarse como el más ferviente campeón de las ideas de Menger. El resto de su definición personal y profesional lo encontramos en el trabajo más importante de su vida, su obra magna “Capital e Interés”. Un trabajo que Shumpeter describía como una de las mejores aportaciones a la ciencia económica.
En Austria, ningún otro economista ha alcanzado el nivel de prestigio que Böhm-Bawerk, y no ha habido ningún otro que haya tenido efectos tan grandes en la población: su retrato adornaba el billete de cien schillings que estuvo en circulación de 1984 a 2001. Eugen von Böhm-Bawerk fue una persona excepcional: fue uno de los economistas más citados de su tiempo, obtuvo una excelente reputación internacional, compartió su sabiduría en la mayor facultad de derecho del mundo, y más de una vez ocupó el cargo de ministro de finanzas de una gran potencia europea, como lo era Austria. Menger había “declarado el principio fundamental”, Wieser había proporcionado la “estructura factual”, y Böhm-Bawerk había asumido la “tarea de pelear”: Fue el gran soldado de la causa que sostiene a la teoría moderna.
Nacido bajo el escudo de una familia aristocrática, pudo estudiar en las Universidades de Heidelberg, Leipzig, Jena y Viena. Pero fue cuando leyera la magna obra de Menger, Principios de Economía, lo que lo convertiría en el más firme seguidor de su maestro, que así lo llamaba, aunque en las aulas no fue alumno suyo. Sin embargo sí tuvo la experiencia de trabajar a su lado, e incluso muchos lo consideran, junto con Friedrich von Wieser, otro de los herederos de Menger, co-fundadores de la Escuela Austriaca o Vienesa iniciada e impulsada por Carl Menger. Conoció en Viena al otro gran discípulo de Menger, Friedrich von Wieser, con quién lo ligaría una gran amistad durante toda su vida.
Con la ayuda de Menger, los dos amigos recibieron becas para estudiar en las universidades de Heidelberg, Leipzig y Jena en 1875. En Heidelberg, Böhm-Bawerk aborda por primera vez el tema que le ocuparía el resto de su vida: la relación entre el presente y el futuro en economía. Un año después, plasmaba por escrito el “prototipo de su posterior teoría del agio”. Tras volver a Viena continuó trabajando en el departamento de finanzas, en donde de inmediato se distinguía por la profundidad de sus análisis y, en especial, por sus ideas de liberación económica y su visión futurística de la economía mundial. En el mismo año, el joven profesor se casó con la hermana de su amigo, la Baronesa Paula von Wieser.
En 1882, se encargó a Böhm-Bawerk de dar un curso de economía en la Universidad de Innsbruck. Comparada con Viena, entonces la quinta ciudad más grande del mundo, la Universidad de Innsbruck, que tenía la facultad de derecho más pequeña de la monarquía austriaca, no parecía un paso atractivo para su carrera. “Sentenciado a Chernivtsi, perdonado a Innsbruck” era un dicho que se utilizaba entonces en los círculos universitarios de Viena. Sin embargo, los años de Innsbruck fueron los más felices de su vida. En su periodo como profesor en Innsbruck, publicaba dos de los tres volúmenes de su obra magna, Capital e interés.
Regresaba a Viena, donde el Ministerio de Finanzas le encargó estructurara una propuesta de reforma fiscal. El sistema austriaco de aquel tiempo gravaba agresivamente la producción, lo que desincentivaba la inversión, el crecimiento económico, la creación de empleos, el consumo etc. Böhm-Bawerk propuso un moderno y moderado sistema de impuesto sobre la renta, que permitía gente y empresas mantuvieran más del dinero que ganaban, en algo que pareciera el antecedente de lo que luego se conocería como Supply-Side economics. La propuesta fue aprobada y puesta en práctica con gran éxito.
En 1895 fue nombrado ministro de Finanzas, cargo que desempeñó varias veces. Como ministro, defendió con fuerza el patrón oro, el presupuesto equilibrado, y la libertad económica. En 1902 eliminó las subvenciones al azúcar, que habían sido una característica de la economía austríaca durante doscientos años. Dimitió en 1902 debido a su desacuerdo por el déficit fiscal, provocado por las necesidades de un crecimiento desmedido del ejército austríaco. En ese proceso tuvo feroces enfrentamientos con los inspiradores de Keynes, que recomendaban el gobierno desarrollara obras públicas. Sin embargo, Shumpeter alabó sus esfuerzos para que, por primera vez en más de un siglo, se lograra la estabilidad financiera del país.
Los aportes de este gran economista fueron muchos, pero el más relevante es su teoría del capital en donde introduce algunas consideraciones acerca del tiempo. Parte de que la producción se realiza por dos métodos: uno directo, en el que los medios son recursos tales como capital, trabajo y materias primas, y se da una producción inmediata. El otro es indirecto, en el que los recursos pasan a combinarse y a acumularse, dando origen a lo que hoy se conoce como la creación de capital. Bawerk estableció que el método indirecto era el modo más efectivo, y si bien tenía la aparente desventaja de consumir mayor tiempo, se podía realmente asegurar que a mayor tiempo, mayor producción de calidad, lo cual en realidad se convierte en una ventaja.
Es a partir de esta consideración que el tiempo pasa a convertirse en un factor más de la producción, siendo así la “duración del periodo” una variable más dentro del modelo. Las lecciones de Böhm-Bawerk eran “obras maestras” gracias tanto a su completa claridad sistemática como a presentación profunda e intelectualmente optimista. Entre aquéllos que fueran sus alumnos, hubo hombres tan eminentes como Ludwig von Mises, Franz Weiss, Richard von Strigl, Felix Somary, Otto Bauer y Joseph Shumpeter. Murió a los 63 años estando de vacaciones en Kramsach, en el estado de Tirol, en agosto de 1914. Pero su obra permanece siendo inmortal.
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