“DURANTE LA PRIMERA AUTÉNTICA GLOBALIZACIÓN COMERCIAL LOGRADA POR EL IMPERIO ESPAÑOL EN EL SIGLO XVI, ESTADOS UNIDOS NO EXISTÍA O NO CONTABA. ¿NOS VEREMOS FORZADOS A INTENTAR RECREAR ESE MUNDO AHORA?”
Las varias reuniones en la cumbre celebradas hace unos días en Asia para avanzar esfuerzos de integración comercial, coincidieron con la presentación del pequeño libro El camino de la plata: China, la América española y el nacimiento de la globalización 1565-1815,[1]en el que México juega el papel estelar.
La epopeya de la Nao de China o el Galeón de Manila, como se le conoce en el mundo hispanoparlante a la aventura de integrar comercialmente a las remotas regiones asiáticas al magno imperio español, que es bien sabida en nuestro ámbito cultural, es virtualmente ignota para los anglosajones por lo que la presentación de este texto en Nueva York es muy oportuna.
La conquista comercial del Pacífico se inicia en 1525 con la flota de García de Loaisa que por órdenes del Emperador Carlos I intentó recrear la ruta de Fernando de Magallanes, quien en su periplo alrededor del mundo plantó el lábaro español en Filipinas. Sólo uno de sus navíos llegó a la Molucas en 1527.
Los pocos españoles que sobrevivieron fueron tomados prisioneros en las islas de la especiería que los portugueses reclamaban como propias y uno de ellos, Andrés de Urdaneta, regresaría a Europa después de una década de haber salido con Loaisa en su malhadada expedición.
Todos los intentos posteriores de regresar a América desde Filipinas fracasaron, dejando galeones hundidos en lugares tan remotos como Australia, Nueva Zelanda y Nueva Guinea, pues los marinos no hallaban la mezcla de vientos y corrientes favorables que les permitieran emprender con éxito el tornaviaje.
Ello al fin ocurrió cuando Felipe II ordena a Urdaneta, a la sazón retirado, viviendo en México y vistiendo el hábito de los Agustinos, que montara una nueva flota, con la que llegaron sin problema a Filipinas en 1565. El comandante de la expedición, Miguel López de Legaspi, funda la ciudad de Manila, consolida el dominio español en el archipiélago y lo gobierna como dependencia de la Nueva España hasta 1572.
Mientras tanto, Urdaneta decidió intentar una ruta septentrional de regreso, subiendo hasta Japón, y aprovechando la corriente Kuro-Shio pudo navegar al oriente hasta alcanzar la Alta California y costear desde allí a Acapulco, donde llegó 130 días después de su partida.
Así se inicia el arreglo comercial más exitoso en la historia de humanidad. Cada año partían de Acapulco flotas cada vez mayores, cargadas de plata y productos agrícolas, como la gran variedad de chiles originarios de México y que revolucionaron la cocina asiática que hasta entonces carecía de picante.
De regreso, llegaban los galeones cargados de sedas, vajillas de porcelana, especias y todo tipo de mercancías de lujo que encontraban mercados ávidos de consumirlas. La carga desembarcaba en Acapulco y por tierra se trasladaba a la costa del Golfo de México para reembarcarse rumbo a Sevilla, donde accedía al mercado europeo.
La plata de América, por su parte, jugó un papel estelar en la economía china al volverse su moneda de curso legal, después del colapso del papel moneda, que allí se inventó, que sufrió una severa depreciación por aumentos excesivos en su cantidad en circulación.
El libro en cuestión resalta que “por dos siglos México fue el centro del mundo, el lugar dónde se encontraban Asia, Europa y América, y dónde la gente se mezclaba e intercambiaba todo, desde genes hasta textiles.” La ciudad de México era, por mucho, la urbe más cosmopolita y refinada de la tierra, “un sitio en el que se encontraban la gente, las mercancías y las ideas, con el dinero como un acelerador esencial.”
¿El gran ausente de esta historia? Estados Unidos que o no existía o no contaba. ¿Nos veremos forzados a intentar recrear ese mundo ahora?
[1] Peter Gordon y Juan José Morales, The Silver Way: China, Spanish America and the Birth of Globalization, 1565-1815, Penguin Specials, 2017.
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