“ANDREW CARNEGIE: EL AMASAR DINERO SIN PROPÓSITO ES LA PEOR ESPECIE DE IDOLATRÍA. EL ÚNICO MOTIVO DECENTE PARA CREAR RIQUEZA, ES PARA USARLA EN EL MEJORAMIENTO DE LA HUMANIDAD.”
Al aproximarnos al nuevo siglo, en nuestro país se ha declarado una guerra por parte de los políticos profesionales contra los que amamos la libertad. Porque para nosotros un gobierno agigantado y opresor, en su trastienda siempre hay fuerzas reaccionarias de reyes, políticos profesionales, capitalistas pegados a la ubre de ese gobierno. Un sistema impositivo abusivo, especialmente sobre ingreso personal, es una conspiración para robar a la gente de trabajo y repartirlo entre la elite de la burocracia. Como el establishment no puede aceptar a los empresarios que han hecho fortuna sin su ayuda, quiere amplios poderes para intervenir en contra de lo que llaman “exceso de poder de las corporaciones”.
Pero al mismo tiempo que el gobierno arrecia su lucha para expandirse, los verdaderos empresarios responden creando más riqueza, más productos y servicios, y establecen creativas estructuras legales como forma de defensa, ante los ataques de un gobierno que cada día se torna más en una caricatura de lo que los fundadores habían estructurado. A finales del siglo 18, Benjamín Franklin caminaba por las calles de Filadelfia cuando un grupo de ciudadanos lo detiene para preguntarle: Dr. Franklin ¿Qué clase de gobierno nos están heredando? Franklin les responde; “una República, a ver cuánto les dura”. Parece que esa república nos ha durado solo cien años.
En este enfrentamiento los blancos principales de los políticos van a ser los empresarios y, en especial, los que han calificado como los “barones ladrones”, los verdaderos impulsores de la economía y creadores de la revolución industrial. En esta lucha el gobierno cuenta con dos aliados muy peligrosos, los empresarios estatistas y los sindicatos. La batalla se ha iniciado y, mientras el gobierno ataca a los empresarios libres, tiende ofertas para atraer a los sumisos y convertirlos a la religión del Estado, pasarlos al grupo de los ganadores y el resto de la población somos los perdedores.
El proceso regulatorio ha llegado a niveles que hacen la marcha de los negocios muy difícil. Es ahí donde se acomodan esos seudo empresarios que, en lugar de riesgo-utilidades-pérdidas, sin dignidad se acercan a la burocracia buscando rentas-sin riesgo-sin pérdidas. En esa vergonzosa ecuación, se coordinan para eliminar el elemento que construye economías productivas y crecientes; la competencia. Solo se construye a esos seudo empresarios que, sin ese enorme salvavidas, son ineficientes, se acostumbran a ganar dinero fácil y dejan un putrefacto legado al futuro. Sin una comprometida oposición, muy pronto nos daremos cuenta que emprendedores como Carnegie, Morgan y tantos otros, desaparecieron y ahora es el gobierno el “principal impulsor” de la economía.
En segundo lugar cuentan con los sindicatos. En los últimos veinte años hemos sufrido casi 25,000 huelgas (mil mensuales) en unos 20,000 negocios, a los que han afectado de forma muy negativa. Todos los sindicatos han crecido y se han radicalizado, hasta llegar a estos momentos en que ya son identificados como socialistas, y a muchos de sus líderes se les etiqueta como marxistas. Estos movimientos sindicales se han hecho muy violentos. El presidente Cleveland ha establecido una Comisión para enfrentar esa problemática, y sus primeras apreciaciones fueron: “Esto es guerra. Estos bárbaros destruyen tanto el producto del trabajo como el del capital, desafían a la ley y el orden, perturban la paz, intimidan al capital, convierten los caminos del trabajo, en donde debe haber abundancia, en corredores de pobreza y crimen. Son peligrosos enemigos del país”.
¿Cómo defendernos?
Creo que la mejor defensa es conocer lo que la burocracia trata de destruir. Hombres como los que definiremos en las siguientes sesiones, hoy solo hablaremos de uno, Andrew Carnegie.
Gran liberal amigo y de liberales del calibre de Herbert Spencer y Mark Twain. Un hombre de mente educada para no flotar entre muchas ideas, y se concentra en una sola visión. Una de sus máximas favoritas es: “Pon todos tus huevos en una sola canasta, y luego vigílala con ojos de lince”. El cree en la simplicidad de los negocios. El maneja los suyos bajo el viejo concepto de una sociedad simple, y nunca ha comercializado sus bonos o sus acciones. El odia la especulación y solo cree en financiación interna—opera todos sus negocios bajo ese tipo de sociedades y hace grandes críticas al crecimiento de empresas apalancadas, y del sistema de compra-venta de papel, que es la forma que todos utilizaban para financiarse. El nunca compra a crédito y así llegó a ser el hombre más rico del mundo.
El argumenta que los ciclos de negocios no son accidentes y hay que hacer previsiones al respecto. Para que la economía crezca, afirma, se tiene que crear crédito. Entonces, cuando el sistema bancario se contrae, esos créditos que se otorgaron cuando el mar estaba sereno, no pueden ser pagados. La virtud absoluta reside con el hombre que mantiene efectivo durante las depresiones—porque entonces puede comprar todos los factores de producción a precios de ganga. En cualquier empresa eficiente, descontar costos y precios debe ser una actividad continua para poder competir, pero las depresiones proporcionan las mejores oportunidades para eso. Cualquiera puede ganar dinero en las épocas de boom en la economía, pero ganarlo cuando esa economía está deprimida, es el gran testimonio de habilidad.
Otra de sus más importantes afirmaciones es: “El amasar dinero sin propósito es la peor especie de idolatría. El único motivo decente para crear riqueza, es para usarla en el mejoramiento de la humanidad. Pero esto solo se puede lograr en una república libre como EU. Las naciones viejas se arrastran como los caracoles. Nuestra república libre las rebasa con la velocidad de un tornado. Es moralmente aceptable ganar dinero, lo que es reprobable, es egoístamente aferrarse a él. Esto es lo que ahora la burocracia quiere destruir”. Por eso el gobierno le tiene pavor, porque esto puede crear un precedente en el cual, en lugar de que el gobierno nos expropie el dinero, los mismos emprendedores lo donen para obras que realmente sean para el mejoramiento de la humanidad, no para engordar la burocracia.
Con una impresionante habilidad, fue que este hombre pudo construir la empresa más valiosa del mundo. En uno de sus mejores años, las utilidades de su Grupo fueron igual a su capital. Es decir, las ganancias de la empresa arrojaban una rentabilidad del 100% sobre su capital. Finalmente vendería sus activos a un grupo encabezado por JP Morgan, por el equivalente de $447 millones de dólares, a valores de hace más de cien años. Por eso, los diferentes proyectos de Carnegie aportaron al PIB de esta nueva nación, más que las actividades agropecuarias. Y cumpliendo con su ideología acerca de la riqueza, ya inició el proceso de disponer su fortuna para el mejoramiento social. Ha donado muchos millones de dólares, y el primer proyecto ha sido el Carnegie Hall para las artes, y vienen muchos más.
Ese es el primero de nuestros generales en esta batalla.
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