“LOS INGRESOS ESTIMADOS NO SON REALISTAS Y EL GASTO PROGRAMADO ESTÁ EN LA MISMA LÍNEA QUE LOS PRESUPUESTOS INFLACIONARIOS Y DESEQUILIBRADOS DE LOS AÑOS ANTERIORES.”
Al revisar el presupuesto planeado por el gobierno para 2018, vemos que los ingresos estimados no son realistas y el gasto programado está en la misma línea que los presupuestos inflacionarios y desequilibrados de los años anteriores.
El actual gobierno aumentó impuestos con el teórico objetivo de tapar el hoyo en los ingresos por la baja del petróleo. El aumento de impuestos le dio recursos cuatro veces superiores a los que dejaron de percibir por el menor precio del petróleo. Con los ingresos récord que tuvo el actual gobierno, como lo demuestro con cifras en el libro EPN: EL RETROCESO, podía haber equilibrado el presupuesto, si solo hubiera mantenido el gasto constante, es decir, sin aumentarlo, pero no, siguieron incrementando el gasto, la deuda y no pararon la sangría, derroche y corrupción en PEMEX, hasta que cambiaron director.
Todos los años han gastado por arriba de los ya altos presupuestos aprobados por el Congreso. Un motivo es que gobernantes y partido en el poder siempre ven elecciones en puerta y consideran un mayor gasto para ganar votos.
El año entrante, ante elecciones presidenciales, y encontrándose el PRI en un tercer lugar de preferencias, es casi seguro que gasten más de lo aprobado por el Congreso, como en años anteriores, es decir, por arriba del ya de por sí inflado presupuesto para 2018. Los ingresos están inflados, calculados con un precio del petróleo superior al esperado y con un incremento en los ingresos fiscales bajo un supuesto crecimiento del 2.5%, que el FMI lo sitúa en 1.9% para 2018. Muy probable que al final del año entrante resulte un déficit presupuestal y deuda mayores al 2017; pero poco les importa a los actuales gobernantes, que quieren echarle “toda la carne al asador”, entiéndase dinero, para retener la Presidencia.
Si EPN no corrigió estructuralmente, solo maquilló, las finanzas públicas, en cinco años de su mandato, teniendo los recursos fiscales para hacerlo, por qué lo haría en su último año, cuando las graves consecuencias económicas de un gasto excesivo le tocarán capotearlas a un nuevo Presidente, que muy probablemente sea de otro partido.
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